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miércoles, octubre 25, 2006

Alfonso Reyes

(Monterrey, Nuevo León, 1889-México D.F,1959). Estudió Derecho en la UNAM. Fue uno de los fundadores de El Ateneo de la Juventud. Ejerció la diplomacia, como embajador en Argentina y en Brasil, además de otros cargos en España. Su obra reunida consta de 25 tomos, entre ensayos, poemas, cuentos, piezas de teatro, crónicas y cartas. La experiencia literaria es, sin duda, uno de los libros más estudiados de Alfonso Reyes. Asimismo se destacan Visión de Anáhuac (1917), Los trabajos y los días (1934) y Estudios helénicos (1957).


LA FIESTA NACIONAL

(...) Ventura de la Vega, en el tránsito, reúne a sus deudos e íntimos para revelarles el secreto de su vida. Todos esperan terribles cosas:
–¡Me carga el Dante! –les confiesa.
Luis Taboada, moribundo, llama a su hijo:
–Ve –le dice– a la Parroquia de San José, y di que me manden los Santos Óleos; pero que sean buenos, que son para mí.
Y el novillero. El novillero que acosaba día y noche al Lagartijo pidiéndole la alternativa. Murió una tía de éste a quien él tenía por su segunda madre. Pidióle el novillero la alternativa por el alma de su señora tía, y cedió el torero, como sensible. El primer toro que toca lidiar al nuevo matador resulta toro de bandera, que lleva la muerte en los cuernos. El padrino le ayuda, le prepara el toro:
–¡Tírate ahora! –le grita.
Y el ahijado se perfila; sabe que no podrá, da por segura la cornada y, resuelto a todo, vuelve un instante los ojos al maestro: advierte entonces el brazal negro, el traje negro y oro de Lagartijo que recuerda el luto reciente y, antes de arrancarse, todavía tiene tiempo –¡y ánimo!– para decir, jugando la vida y el vocablo:
–Maestro ¿qué se le ofrece para su señora tía?